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La crisis agudiza el ingenio de los emprendedores

SURGEN NUEVOS MODELOS DE NEGOCIO BASADOS EN LA CREATIVIDAD Y LAS NECESIDADES DE LOS CLIENTES

LEIRE URIA – Domingo, 22 de Septiembre de 2013 – Actualizado a las 06:03h

 lRamón Rodríguez traslada unas cajas en Espacio Bilbao.Laura Marco-Gardoqui ha creado Misöky.

BILBAO

LOS nubarrones más oscuros a veces esconden brillantes rayos de luz. Están ocultos pero existen. En mitad de esta crisis económica que atenaza a miles y miles de ciudadanos, algunos buscan y rebuscan hasta encontrar la chispa que ilumine su futuro. Emprender, con el grifo del crédito escondido entre fuertes muros de seguridad, es difícil. Mucho. Lo saben bien quienes se arrojan al vacío sin saber si la piscina en la que pretenden aterrizar tiene o no agua en su interior. Emprender siempre es y ha sido difícil, pero el pesimismo generalizado hace que quienes se aventuren ahora lo hagan con si cabe, más incertidumbre que nunca.

Pero los rayos, a veces tímidos, se dejan sentir. Ramón Rodríguez y Laura Marco-Gardoqui acaban de iniciar sus proyectos. Se han convertido en emprendedores, con algo en común. Ambos han recurrido al ingenio para buscar acomodo y ofrecer algo novedoso a sus clientes. Ambos apuestan por su propio negocio y ambos se han lanzado al vacío en este 2013.

«Emprender es como tener un hijo. Si te paras a pensar en los contras, no lo tienes», explica Laura Marco-Gardoqui, fundadora de Misöky, una empresa on line dónde comprar y vender productos infantiles de calidad. «Más que una empresa para mí es un proyecto de vida», añade.

Marco-Gardoqui siempre quiso emprender. «Desde pequeñita siempre me ha atraído: la energía, los retos, el nivel de involucración que requiere, el poder crear empleo, el ser mi propia jefa… Siempre tenía proyectos en la cabeza», aduce. «Con Misöky llegó mi momento», alega, «la idea me encantó, me encandiló. Y me lancé. Era el momento». Así dejó atrás su carrera como abogada y se aventuró «a cumplir un sueño».

Para Ramón Rodríguez el camino ha sido distinto. Él y dos socios inauguraron en abril Espacio Bilbao, un local con mini-almacenes y trasteros de alquiler. Un concepto que muchos identificamos a través de los programas de televisión. Una idea típica estadounidense que en España ya está afincada en ciudades como Barcelona o Madrid desde primeros de siglo. «Los tres socios venimos del sector inmobiliario y teníamos que cambiar de actividad», explica Rodríguez. La crisis apretaba. «Al final esta idea está relacionada y nos animamos». «A mí la idea me gustaba desde hacía años. En Bilbao muchas casas son pequeñas y casi sin espacio para almacenaje. Así que veía que había una oportunidad de negocio, pero suponía una gran inversión y no acababa de dar el paso», resume. Pero lo dio. «Una vez que lo vimos claro nos costó dos años abrir la empresa», asegura. «Los trámites son lentos», lamenta.

OPORTUNIDAD Para Rodríguez la crisis supuso también una oportunidad. Con el mercado inmobiliario en coma, emprender fue casi una necesidad. Tenía la idea y veía «un hueco en el mercado» para su local lleno de almacenes «de un metro a once metros cúbicos de tamaño», ideales para almacenar «desde bicicletas o tablas de surf» hasta «documentos de pequeñas empresas», pasando por todo tipo de objetos.

«Ofrecemos alquileres de almacenes de todos los tamaños desde dos semanas en adelante. Los clientes tienen una zona de carga y descarga en la que dejar el coche a cubierto para operar con tranquilidad. Disponible 24 horas si hace falta y con un alto grado de seguridad».

Pero el camino no ha sido sencillo. «Tuvimos que buscar un local con el tamaño apropiado y dentro del casco urbano. Después de encontrarlo los trámites tardaron», incide. La falta de crédito también fue un problema. «Hay trabas. Está complicado. Es mal momento para emprender». Con todo, Espacio Bilbao abrió sus puertas dos años después de que sus promotores lanzaran la idea. Al menos la respuesta obtenida desde su apertura está siendo positiva. «Estamos contentos y ya pensamos en ampliar el espacio». La idea es que Espacio Bilbao cuente con 200 trasteros o mini-almacenes -boxes en el argot-, en pocos meses.

REUTILIZAR Marco-Gardoqui concibe su empresa como algo más que un negocio. «La crisis incita a que consumamos de forma más racional y sostenible, y ahí entra precisamente Misöky», argumenta. La idea pretende dar solución «al hecho de que los productos infantiles son muy caros y en poco tiempo lo único que hacen es ocuparnos sitio en casa». El objetivo de la emprendedora «es fomentar la redistribución de estos productos, prestando un servicio innovador tanto al comprador, asegurando la calidad y las transacciones, como al vendedor, facilitando que recupere la inversión que hizo sin ocuparse de nada».

Su labor es la de intermediación. Si alguien tiene una sillita en desuso, por ejemplo, a través de la web de Misoky.com la puede poner a la venta, y quien la necesite comprarla de segunda mano. «El vendedor la tiene en su casa hasta el momento de la venta. En cuanto surge un comprador nosotros enviamos el material de embalaje necesario y la dirección de destino, con eso ahorramos los costes de traerlo aquí, y volverlo a enviar», señala Marco-Gardoqui. «Nuestra empresa da garantías al comprador. Si el producto no está como se anunciaba lo puede devolver».

Esta emprendedora vizcaina abrió su web en julio y está dando los primeros pasos. «La respuesta ha sido muy buena», dice esperanzada. «La idea es seguir creciendo y expandir Misöky a Portugal a corto plazo». Marco-Gardoqui se muestra ambiciosa. «Quiero convertir a Misöky en una referencia». Los rayos de luz asoman con fuerza para ella.

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